Pensar fuera de la caja
Hubo un tiempo en el que se pensaba – todavía hay quienes siguen
haciéndolo – que el cerebro es algo así como una compleja, sutil y
poderosa computadora de símbolos, análogo a las computadoras de
escritorio. Las ciencias cognitivas de la primera generación pensaban
así. Y se equivocaban...
Las evidencias acumuladas en neurociencias ya requieren que pensemos en
el cerebro-mente de otra manera, radicalmente diferente.
El cerebro humano no busca la
verdad sino la supervivencia
Sólo los organismos pluricelulares que se mueven necesitan un cerebro.
Ni los seres unicelulares ni las plantas necesitan cerebro para
sobrevivir. En la actualidad se piensa que el cerebro –
evolutivamente hablando – es una computadora de
movimientos-cambios-experiencias.
Y aunque el cerebro humano posee la capacidad de procesar símbolos, los
símbolos que procesa habitualmente - lenguaje proposicional, números,
etc. - remontan su origen a conjuntos de experiencias regulares de
interacción con entornos naturales y sociales. Se trata de algo más
directamente relacionado con la supervivencia que con los símbolos o el
lenguaje.
Las experiencias de interacción corporal que son frecuentes-regulares se
registran como esquemas cognitivos preconceptuales y preconscientes (se
forman solos, sin intervención consciente). Estos esquemas cognitivos
son la base original desde la que el cerebro más adelante proyecta
sueños, metáforas, símbolos, lenguaje.
La evolución de una revolución
En consonancia con la biología evolutiva, tiene sentido afirmar que
podemos procesar símbolos gracias a la exaptación. Hay exaptación
cuando el organismo utiliza una estructura preexistente para una función
diferente a la de su origen; por ejemplo, las plumas de las aves son una
adaptación seleccionada por su utilidad térmica y una exaptación para
volar. Nuestra capacidad para procesar lenguaje es una exaptación de
estructuras cerebrales preexistentes
Ni la cultura ni el lenguaje humano resultan ser la esencia original del
cerebro humano. Aunque nuestro “dominio” de la naturaleza se debe a
nuestra capacidad para procesar símbolos, éstos sólo son poderosas
proyecciones procesadas-creadas-representadas con las mismas estructuras
cerebrales previamente seleccionadas a lo largo de la evolución.
La habilidad distintiva del cerebro humano es su capacidad para
proyectar movimientos-cambios-experiencias desde el dominio concreto
(físico-real) hacia el dominio abstracto (mental-conceptual). Esto lo
logra mediante las proyecciones internas de imaginería mental pues la
imaginería mental es el intermediario clave entre el dominio concreto y
el dominio abstracto. La verdadera naturaleza del poder cerebral humano
es la habilidad para procesar y comprender lo abstracto en términos de
lo concreto, utilizando la imaginería mental como puente entre ambos
dominios.
Nuestros sueños, analogías, metáforas y lenguaje proposicional son
proyecciones (imaginería mental) de nuestro sistema sensomotor. Incluso
nuestra identidad puede pensarse como una proyección de imaginería
mental.
La caja invisible
Los sistemas conceptuales, los sistemas de valores y el lenguaje son
nuestras creaciones. Pero nos hicimos esclavos de ellas… En una
medida alarmante, son estas creaciones las que determinan
inconscientemente
los límites habituales de la capacidad mental y la forma en la que
utilizamos el cerebro. Establecen qué información y qué conocimientos
toleramos-aceptamos-copiamos-transmitimos.
Nuestra tendencia a creer que los símbolos son lo esencial de nuestra
cognición ha demorado la exploración del verdadero potencial
cerebral-mental. Las ciencias cognitivas en general apuntan a la
necesidad de cambiar la forma de entender e interpretar cómo funciona la
mente humana.
A pesar de la aparente complejidad teórica, una manera práctica de
comenzar este cambio indispensable es proyectando una analogía
computacional diferente, concretamente, usando el concepto de
"interfaz", propio del dominio tecnológico, para entender y trabajar en
el dominio cognitivo. En este sentido, al analizar cómo procesamos la
información, hallamos dos maneras de entender la idea de interfaz:
-
La imaginación como
interfaz
La similitud de la forma en que utilizamos las computadoras y la
forma en que utilizamos la mente justifica la analogía con las
interfaces tecnológicas. El cerebro, mediante la imaginación amplía
el poder de sus procesos. Con la proyección interna de imaginería
mental el cerebro puede “computar” movimientos pasados, presentes y
futuros, así como estimar esfuerzos, distancias y relaciones
causales. La imaginación está en el origen de lo que entendemos por
cognición. La definición del diccionario refleja esto: Imaginación
como facultad del espíritu por la que puede representarse (a sí
mismo) cosas reales o inexistentes, materiales o ideales.
-
El cuerpo como interfaz
El cerebro es análogo al “usuario” y el cuerpo es la “interfaz
de usuario” que posibilita la entrada y salida de
información-respuestas-acciones multisensoriales. Percibimos y
actuamos mediante el cuerpo. Incluso cuando imaginamos utilizamos
una proyección interna de la “interfaz de usuario" corporal debido a
que el punto de referencia siempre es el cuerpo.
La analogía de las interfaces
podemos utilizarla para comparar su utilización al comprender, resolver
problemas, crear, comunicar, aprender.
Corroboramos que:
-
Al estudiar con una
metodología intelectual se trabaja sistemáticamente con la
interfaz mental y se comienza a utilizar la interfaz corporal,
aunque por lo general sólo es para "tunear" el poder de la interfaz
corporal (distendernos, desarrollar más atención disponible, más
velocidad de percepción, más amplitud de percepción, etc.).
Por Patricio Jorge Vargas
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