De métodos y autoengaños   

 

 

Si el hombre erróneo utiliza el medio correcto, el medio correcto actúa erróneamente.
Proverbio chino


Ninguna técnica, ningún método, puede por sí mismo actuar correctamente. Sólo las personas podemos actuar correctamente (cuando sucede, sucede así).

Por ejemplo, si nos atrae la idea de superar algún obstáculo personal o la de incursionar en un camino de desarrollo personal, sea para mejorar habilidades o para incrementar el bienestar, lograremos muy poco con un enfoque basado únicamente en la efectividad de un método o técnica.

La confianza en un método puede ser injustificada, aún en los casos de los métodos correctos. Con un método excelente igualmente se puede fallar en el procedimiento tanto como en la actitud.

  • Con un procedimiento correcto y una actitud equivocada, el mejor método falla.

  • Con un procedimiento incorrecto y una actitud correcta, el mejor método también falla.

Esto es así con cualquier método, incluido el método científico.

Todo lo que hacemos es una expresión de nuestra forma de ser, y si nuestra forma de ser requiere una reconsideración y un compromiso activo para el cambio necesario, no hay medios que valgan para reemplazar ambas cosas.

Los métodos y las técnicas son cosas inertes que utilizamos para un fin. Es inútil la confianza puesta en estas cosas si las aplicaremos sin compromisos mayores de nuestra parte.

Aprendemos un método para cambiar algo porque somos conscientes de una necesidad nuestra de cambiar y/o porque nos han convencido de que tenemos una necesidad que antes no habíamos notado. El punto es cómo escapar de la recursividad del engaño; de la parte que viene de afuera (mercaderes, ideólogos, publicistas, empresarios, líderes, etc.), y la parte que nosotros mismos ponemos cuando confiamos únicamente en recibir un efecto sin participar lúcidamente de la causa.

Para ser más conscientes no necesitamos tanto un método como una decisión.

Es posible ser más conscientes en un verdadero sentido de amplitud y profundidad; la consciencia rutinaria y superficial de los aspectos más básicos de nuestra existencia no es suficiente para escalar ni para bucear toda la realidad humana (psicológica, social, cultural y ambiental). Esta llave especial sólo puede surgir de la reflexión que es consecuencia de la intención de crecer en el sentido no-material de nuestro desarrollo.

Nuestra especie, si es la más evolucionada de la naturaleza que conocemos, lo es por ser la especie más consciente. Y si pensamos en tales términos, nos interesa más la evolución de la conciencia que la de los genes; no por desprecio a la parte biológica de nuestra naturaleza sino por coherencia con la parte más humanizante de nuestra existencia.

Es la consciencia rutinaria y superficial la que se subyuga con la sugestión, la que nos sumerge en la competencia por la vida y nos alivia con meros entretenimientos, siempre dentro de un marco culturalmente mediocrizante. Y es la consciencia rutinaria y superficial la que adopta métodos y tecnologías como si fuesen la panacea, la que confía en el medio que se utiliza desde afuera de sí para alcanzar objetivos que desde afuera de sí se le imponen y no llega a percibir cómo.

Consideramos que una verdadera educación de la mente ante todo se basa en mantener siempre presente la relación de la consciencia lúcida con cualquier aspecto del desarrollo humano.

Cuando el liderazgo se fundamenta en la necesidad de que existan seguidores inmersos en la consciencia rutinaria superficial, las condiciones que lo posibilitan son todas involutivas. Cuando los resultados dependen principalmente del método y no de las personas, las condiciones que posibilitan eso se basan en el engaño. Queda claro que no decimos que el liderazgo o los métodos son algo malo en sí, estamos hablando de las condiciones en las que se excluye y omite la lucidez proactiva de seguidores y usuarios.

Nuestra extraordinaria existencia como entidades autoconscientes nos permite abarcar lúcidamente todos los ámbitos posibles, pero sólo tenemos la posibilidad de actuar sobre lo que nos percatamos. Cuando meramente confiamos en “el método” o “la tecnología” estamos renunciando a ser parte de la causa de cambios. Y una civilización es involutiva si funciona “normalmente” a pesar de la renuncia de consciencia y responsabilidad que en su cultura se fomenta.

En tal civilización, cualquier apelación a más consciencia es una molesta revolución.

Patricio J. Vargas Gil

 

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