El mundo y la conciencia   

 

Me gustaría señalar que aquí no hacemos ninguna clase de propaganda a favor de tal o cual creencia, ideal u organización. Juntos estamos considerando lo que ocurre en el mundo que está fuera de nosotros, y lo hacemos no desde el punto de vista europeo o americano o desde algún determinado interés nacional. Vamos a observar juntos lo que realmente está sucediendo en el mundo. Estamos pensando juntos, pero no como si pensáramos igual. Existe una diferencia entre pensar igual y pensar juntos. Pensar igual implica que hemos arribado a alguna conclusión, a ciertas creencias, a ciertos conceptos. Pero pensar juntos es algo por completo diferente. Significa que ustedes y quien les habla tienen una responsabilidad: considerar objetivamente, de manera no personal, lo que está ocurriendo. De este modo estamos pensando juntos. El que les habla, aunque esté sentado en una plataforma por razones de conveniencia, no tiene autoridad alguna. Por favor, debemos ser muy claros sobre este punto. Él no está tratando de convencerlos acerca de nada. No les pide que lo sigan. No es el gurú de ustedes. No está defendiendo un sistema particular, una determinada filosofía. Juntos observamos esto como dos amigos que se conocen desde hace tiempo, y que se interesan no sólo en sus vidas privadas, sino que están mirando juntos este mundo que parece haber enloquecido.

Todo el mundo se está armando, gastando sumas increíbles con el fin de destruir a seres humanos, ya sea que vivan en América, Europa, Rusia o aquí. Ello está tomando un curso desastroso que no puede ser resuelto por los políticos. No podemos confiar en ellos; ni en los científicos, que compitiendo unos con otros, están ayudando a construir la tecnología militar. Tampoco podemos confiar en las llamadas religiones, que se han vuelto meramente verbales, repetitivas y en absoluto carentes de significado. Se han convertido en supersticiones que siguen una mera tradición, sea ésta de cinco mil o de dos mil años. De modo que no podemos fiarnos de los políticos que por todo el mundo están buscando mantener su posición, su poder, su status; ni de los científicos que cada año (o tal vez cada semana) inventan nuevas formas de destrucción. Y tampoco podemos acudir a religión alguna para que solucione este caos de la humanidad.

¿Cómo ha de proceder un ser humano? La crisis que vivimos, con toda la pobreza, la confusión, la anarquía, el desorden, el terrorismo y la permanente amenaza de una bomba en las calles, ¿es una crisis intelectual, económica o nacional? Al observar todo eso, ¿cuál es nuestra responsabilidad? ¿Les interesa lo que está sucediendo en el mundo? ¿O solamente se interesan en la propia salvación personal? Por favor, consideren todo esto muy seriamente, de modo que ustedes y quien les habla puedan observar con objetividad lo que ocurre, no sólo exteriormente, sino también en nuestra conciencia, en nuestro pensar, en la manera como vivimos, como actuamos. Si a ustedes no les interesa en absoluto lo que sucede en el mundo, y tan sólo les importa la salvación personal, si siguen ciertas creencias y supersticiones o andan detrás de los gurús, entonces me temo que será imposible que ustedes y quien les habla puedan comunicarse mutuamente. Tenemos que ser muy claros en este punto: no nos interesa en absoluto la privada salvación personal, sino que estamos interesados, honesta y seriamente, en lo que ha llegado a ser la mente humana, en lo que la humanidad está afrontando. Ello nos concierne como seres humanos, seres humanos que no llevan la etiqueta de ninguna nacionalidad particular. Nos interesa mirar este mundo y considerar lo que un ser humano que vive en este mundo ha de hacer, cuál es el papel que ha de desempeñar.

Cada mañana, en los diarios hay alguna clase de asesinato, atrocidades de bombas, destrucción, terrorismo, secuestros; ustedes leen eso todos los días y le conceden muy poca atención. Pero si eso les sucede personalmente, se hallan entonces en un estado de confusión, de desdicha, y piden a algún otro, al gobierno o al policía, que los salve, que les proteja. Y en este país, cuando uno mira como el que les habla lo ha hecho por los últimos sesenta años observando todo el fenómeno que se desarrolla en esta infortunada región cuando uno ve la pobreza que parece no poder resolverse jamás, la superpoblación, las diferencias idiomáticas (una comunidad deseando separarse de las demás), las diferencias religiosas, los gurús que se están volviendo inmensamente ricos, con sus aviones privados cosa que ustedes aceptan ciegamente uno ve entonces que son ustedes incapaces de hacer nada al respecto. Este es un hecho. Nosotros no estamos tratando aquí con ideas, tratamos con hechos, con lo que realmente ocurre.

Y, si hemos de observar juntos, tenemos que estar libres de nuestro nacionalismo. Nosotros, seres humanos, estamos relacionados unos con otros, dondequiera que vivamos. Por favor, compréndanlo, vean lo serio, lo urgente que es todo esto. Porque en este país la gente se está volviendo apática, por completo indiferente a lo que ocurre, absolutamente descuidada, preocupada sólo por su propia pequeña salvación, su pequeña felicidad.

Vivimos a base de pensamiento. ¿Cuál es la operación, o el proceso y el contenido del pensar? Todos los templos son el resultado del pensamiento; y todo cuanto ocurre en el interior de los templos todas las imágenes, el puja, las ceremonias son el resultado del pensamiento. Todos los libros sagrados los Upanishads, el Gita, etc. son el resultado del pensamiento, la expresión impresa del pensamiento con el fin de comunicar lo que algún otro ha experimentado o concebido. Y la palabra no es sagrada. Ningún libro en el mundo es sagrado, simplemente porque es el resultado del pensamiento humano. Le rendimos culto al pensamiento. A los intelectuales se les considera como seres aparte de ustedes y de mí, que no somos intelectuales. Se respetan sus conceptos, su intelecto. Se piensa que el intelecto resolverá nuestros problemas, pero eso no es posible, es como desarrollar un brazo fuera de proporción con el resto del cuerpo. Ni el intelecto, ni las emociones, ni el sentimentalismo romántico van a ayudarnos. Tenemos que enfrentarnos a las cosas como son, mirarlas muy detenidamente y ver la urgencia de hacer algo en lo inmediato, no dejarlo en manos del científico, del político y del intelectual.

Por lo tanto, en primer lugar consideremos lo que ha llegado a ser la conciencia humana, porque nuestra conciencia es lo que somos. Lo que ustedes piensan, lo que sienten, sus temores, sus placeres, sus ansiedades, la inseguridad que experimentan, la infelicidad, el abatimiento, el amor, el pesar, el sufrimiento y el miedo final a la muerte, son el contenido de la propia conciencia; ese contenido es lo que somos, es lo que hace de cada uno de nosotros el ser humano que es. A menos que comprendamos el contenido y vayamos más allá de ser eso posible no seremos capaces de actuar seria, básica y fundamentalmente a fin de producir una transformación, una mutación en esta conciencia.

Para descubrir cuál es la acción correcta, tenemos que comprender el contenido de nuestra conciencia. Si nuestra conciencia es confusa, insegura, si se halla bajo presión, empujada de un rincón a otro, de un estado a otro, entonces nos hallamos cada vez más confundidos, más y más llenos de incertidumbre, de inseguridad; y desde esa confusión no es posible actuar. Uno depende, entonces, de algún otro cosa que el hombre ha estado haciendo por miles de años. Es de importancia fundamental producir orden en nosotros mismos; gracias a ese orden interno, habrá un orden externo. Siempre estamos buscando el orden externo. Deseamos que en el mundo haya un orden establecido por un gobierno fuerte o mediante dictaduras totalitarias. Todos queremos que se nos presione para que nos comportemos correctamente; si la presión se elimina, nos convertimos más o menos en lo que somos en la India actual. Se vuelve, pues, cada vez más urgente por parte de quienes somos serios y nos enfrentamos a esta crisis terrible, que descubramos por nosotros mismos la naturaleza de nuestra conciencia y liberemos a esa conciencia de su contenido, de manera que nos convirtamos en personas verdaderamente religiosas. Tal como está todo, no somos personas religiosas, nos estamos volviendo más y más materialistas.

Quien les habla no va a decirles cómo son ustedes, sino que juntos vamos a examinar qué somos en realidad y a descubrir si es posible transformar radicalmente eso que somos. Así que, en primer lugar, vamos a observar el contenido de nuestra conciencia. ¿Están siguiendo todo esto? ¿O están demasiado cansados al terminar el día? Todos los días, toda la semana se encuentran ustedes bajo presión presión en el hogar, presión en el empleo, presión económica y religiosa, presión del gobierno y presión de los gurús que les imponen sus creencias, su necedad. Pero aquí no estamos bajo presión. Por favor, comprendan esto. Somos como dos amigos que discutimos juntos acerca de nuestras penas, nuestros agravios, nuestras ansiedades, nuestra incertidumbre e inseguridad, sobre cómo encontrar seguridad y estar libres de miedo, y si es posible o no, que nuestros sufrimientos terminen alguna vez. Eso es lo que nos interesa. Porque si no comprendemos eso y no lo miramos muy claramente, ocasionaremos más confusión en el mundo, más destrucción. Quizá todos nosotros seremos volatilizados por una bomba atómica. Tenemos, pues, que actuar urgentemente, seriamente, con la totalidad de nuestra mente y nuestro corazón. Esto es en verdad muy, muy importante, porque estamos enfrentándonos a una crisis tremenda.

Nosotros no hemos creado la naturaleza, los pájaros, los mares, los ríos, los hermosos cielos y los rápidos torrentes, no hemos creado al tigre, al árbol maravilloso. No los hemos creado no es el momento de examinar cómo eso ha sucedido. Y estamos destruyendo los bosques, destruimos a los animales salvajes, cada año estamos matando a millones y millones de ellos ciertas especies están desapareciendo. Nosotros no hemos creado la naturaleza el ciervo, el lobo pero el pensamiento ha creado todo lo demás. El pensamiento ha creado las maravillosas catedrales, los antiguos templos y mezquitas y las imágenes que en ellos se encuentran. Es el pensamiento el que ha creado estas imágenes en los templos, en las catedrales, en las iglesias, y también las inscripciones que hay en las mezquitas; después, ese mismo pensamiento rinde culto a aquello que ha creado.

¿El contenido de nuestra conciencia es, entonces, producido por el pensamiento, que ha llegado a adquirir tan extrema importancia en nuestras vidas? ¿Por qué el intelecto, la capacidad de inventar, de escribir, de pensar, se ha vuelto tan importante? ¿Por qué el afecto, el cariño, la simpatía, el amor, no han llegado a ser más importantes que el pensamiento?

Así que, en primer lugar, examinaremos juntos qué es el pensar. La estructura de la psiquis se basa en el pensamiento. Tenemos que examinar qué es el pensar, qué es el pensamiento. Yo puedo ponerlo en palabras, pero ustedes han de verlo por sí mismos. No se trata de que quien les habla lo indique y después ustedes lo vean, sino que al discutirlo juntos, ustedes lo vean por sí mismos. A menos que comprendamos muy cuidadosamente qué es el pensar, no podremos entender, observar, percibir todo el contenido de nuestra conciencia, lo que somos cada uno de nosotros. Si no me comprendo a mí mismo, o sea, si no comprendo mi conciencia por qué pienso de este modo, por qué me comporto así, mis temores, mis heridas psicológicas, mis ansiedades, mis diversas actitudes y convicciones-, entonces, cualquier cosa que haga traerá más confusión.

¿Qué es para ustedes el pensar? Cuando alguien les plantea un reto con esta pregunta, ¿qué responden? ¿Qué es el pensar y por qué piensan ustedes? Casi todos nosotros nos hemos vuelto personas de segunda mano; leemos muchísimo, vamos a una universidad y acumulamos una gran cantidad de conocimientos, de información que se deriva de lo que otras personas piensan o de lo que otros han hecho. Y nosotros citamos este conocimiento que hemos adquirido y lo comparamos con lo que se está diciendo. No hay nada original, sólo repetimos, repetimos, repetimos. Por lo tanto, cuando uno pregunta: ¿Qué es el pensamiento? ¿Qué es el pensar?, somos incapaces de responder. Vivimos y actuamos conforme a nuestro pensar. Tenemos este gobierno a causa de nuestro pensar, tenemos guerras a causa de nuestro pensar todos los fusiles, los aviones, las granadas, las bombas, todo es el resultado de nuestro pensar. El pensamiento ha creado los prodigios de la cirugía, ha producido a los grandes técnicos y expertos, pero no hemos investigado qué es el pensar.

El pensar es un proceso que nace de la experiencia y el conocimiento. Escuchen esto tranquilamente, vean si ello no es verdadero, real; entonces lo descubren ustedes por sí mismos, como si quien les habla actuara a manera de un espejo en el cual ven exactamente lo que es sin distorsión alguna; después pueden tirar el espejo o romperlo. El pensar parte de la experiencia que se convierte en conocimiento, el cual se acumula como memoria en las células del cerebro; después, desde la memoria surgen el pensamiento y la acción. Tengan la bondad de ver esto por ustedes mismos, no repitan lo que digo. Esta secuencia es un hecho real: experiencia, conocimiento, memoria, pensamiento, acción. Entonces, de esa acción aprendemos más; existe, pues, un ciclo, y ésa es nuestra cadena.

Este es el modo en que vivimos. Y jamás hemos salido de este campo. Pueden ustedes llamarlo acción y reacción, pero nunca salimos de este campo el campo de lo conocido. Ese es un hecho. Ahora bien, el contenido de nuestra conciencia es todas las cosas que genera el pensamiento. Yo puedo pensar... ¡oh! tantas cosas feas, puedo pensar que Dios reside en mí lo cual es, nuevamente, el producto del pensamiento. Debemos tomar el contenido de nuestra conciencia y mirarlo. A casi todos nosotros nos lastiman desde la infancia, nos hieren no sólo en el hogar sino en la escuela, en el colegio, en la universidad y más tarde nos sentimos lastimados en la vida. Y cuando uno se siente lastimado, construye un muro alrededor de sí mismo. Y la consecuencia de ello es que nos aislamos más y más, y cada vez estamos más alterados, más atemorizados y procuramos que no se nos lastime en el futuro. Las acciones que proceden de esa herida psicológica son obviamente, neuróticas. De modo que ése es uno de los contenidos de nuestra conciencia. Ahora bien, ¿qué es lo que en uno se siente lastimado? Cuando digo: “Estoy lastimado” no físicamente, sino internamente, psicológicamente, en la psiquis ¿qué es eso que se siente lastimado? ¿No es acaso la imagen, la representación que uno tiene de sí mismo? Todos tenemos imágenes de nosotros mismos, uno es un gran hombre, o un hombre muy humilde, uno es un gran político, con todo el orgullo, la vanidad, el poder, la posición que crea esa imagen que uno tiene acerca de sí mismo. Si poseemos un título de doctor o somos un ama de casa, tenemos la correspondiente imagen de nosotros mismos. Cada cual tiene una imagen de sí mismo, ése es un hecho irrefutable. El pensamiento ha creado esa imagen, y esa imagen es la que queda lastimada. ¿Es posible, entonces, no tener en absoluto ninguna imagen de sí mismo?

Cuando uno tiene esa imagen propia, crea una división entre uno mismo y el otro. Es importante comprender muy profundamente qué es la relación. Uno no está relacionado solamente con su mujer, su vecino, sus hijos, sino que está relacionado con toda la especie humana. La relación que tenemos con nuestra esposa, ¿es meramente sensoria, es una relación sexual? ¿Es una asociación romántica, conveniente? Ella cocina y uno va al empleo. Ella cría a los hijos y uno trabaja de la mañana a la noche durante cincuenta años hasta que se jubila. Y eso es lo que llamamos vivir. Por lo tanto, tenemos que averiguar cuidadosamente, con suma claridad, qué es la relación. Si nuestra relación se basa en la herida psicológica, entonces estamos utilizando al otro para escapar de esa herida. La relación que tenemos, ¿se basa en imágenes mutuas? Cada uno ha creado una imagen del otro; la relación se establece, entonces, entre dos imágenes que ha creado el pensamiento. De manera que uno se pregunta: El pensamiento, ¿es amor? ¿Es amor el deseo el placer? Ustedes pueden decir que no y sacudir la cabeza, pero jamás lo averiguan realmente, jamás lo investigan a fondo.

¿Es posible que no haya conflicto alguno en la relación? Nosotros vivimos en conflicto de la mañana a la noche. ¿Por qué? ¿Forma ello parte de nuestra naturaleza? ¿O forma parte de nuestra tradición, de nuestra religión? Cada cual tiene una imagen de sí mismo; él tiene una imagen de sí mismo, y ella tiene la suya propia y muchas otras imágenes su ambición, su deseo de ser una cosa u otra. Y también él tiene sus ambiciones, su afán de competir. Ambos corren paralelos, como dos vías férreas que nunca se encuentran, excepto quizás en la cama, pero jamás se encuentran en ningún otro nivel. ¡Qué tragedia se ha vuelto eso!

Es entonces muy importante que echemos una mirada a nuestras relaciones; no sólo a las relaciones íntimas, sino también a la relación que establecemos con el resto del mundo. El mundo exterior está todo correlacionado, uno no se halla separado del resto del mundo. Uno es el resto del mundo. Toda la gente sufre, padece grandes ansiedades, temores, se siente amenazada por la guerra, del mismo modo que cada uno de ustedes se siente amenazado por la guerra. Ellos están acumulando armamentos enormes para destruirse unos a otros, y ustedes jamás se dan cuenta de lo correlacionados que estamos unos con otros. Yo puedo ser un musulmán y usted puede ser un hindú; mi tradición dice: “Yo soy musulmán”, he sido programado como una computadora para repetir, “Yo soy musulmán”- y usted repite, “Yo soy hindú”. ¿Comprenden lo que el pensamiento ha hecho? El resto del mundo es como ustedes, algo modificado, educado de manera diferente, con distintas modalidades superficiales, quizá más opulento o quizá no, pero con las mismas reacciones, los mismos afanes, las mismas ansiedades, los mismos temores.

Por favor, presten atención, pongan el corazón en ello a fin de descubrir qué relación tienen con el mundo, con el prójimo o con la esposa o el marido. Si esa relación se basa en imágenes, en representaciones mentales, en recuerdos, entonces inevitablemente habrá conflicto con la esposa, con el marido, con el musulmán, con el pakistaní, con el ruso ¿entienden? Y el contenido de nuestra conciencia es la herida psicológica que no hemos resuelto, que no ha sido completamente eliminada. Esa herida ha dejado cicatrices, y de esas cicatrices se originan diversas formas de temores que finalmente conducen al aislamiento. Cada uno de nosotros se encuentra aislado, aislado debido a las tradiciones religiosas, a la educación, a la idea de que uno debe triunfar, triunfar, triunfar para llegar a ser algo o alguien. Y también, más allá de la relación que establecemos con el otro, relación intima o de otra clase, estamos todos recíprocamente relacionados, ya sea que vivamos aquí o en cualquier otra parte del mundo. El mundo es cada uno de nosotros, y cada uno de nosotros es el mundo. Podemos tener un nombre diferente, una figura diferente, una clase diferente de educación, una posición diferente en la sociedad, pero internamente todos sufrimos, todos pasamos por grandes agonías, derramamos lágrimas, nos atemoriza la muerte y tenemos un gran sentimiento de inseguridad carecemos en absoluto de amor o compasión.

¿De qué modo, pues, prestan ustedes atención a este hecho? O sea, ¿de qué modo escuchan lo que se está diciendo? Quien les habla sostiene que, en lo profundo, cada uno de nosotros es el resto de la humanidad; uno puede ser moreno, puede ser bajo, puede que vista saris, pero todo eso es superficial; en lo interno, tanto si soy americano, ruso o indio, la corriente es la misma. El movimiento de todos los seres humanos es similar. Por lo tanto, muy profundamente, cada uno de nosotros es el mundo, y el mundo es cada uno de nosotros. Uno tiene que comprender esta relación. Entiendan que estoy utilizando la palabra ‘comprender’ en el sentido de que uno debe ser capaz de observar esta relación y ver el hecho real que ella implica.

De esto surge, pues, la pregunta: ¿Cómo observan ustedes? ¿Cómo observan a la esposa, al marido, o al Primer Ministro? ¿Cómo miran un árbol? El arte de la observación tiene que aprenderse. ¿Cómo me observan a mí? ¿Cuál es la reacción que tienen? ¿Miran al que les habla pensando que él goza de una reputación? ¿Cuál es la reacción que experimentan cuando ven a un hombre como yo? ¿Están meramente satisfechos por la reputación que él tiene que puede ser absurda, como generalmente lo es por el modo en que él ha llegado a este lugar para dirigirse a tanta gente, porque lo consideran importante y quieren ver qué pueden obtener de él? Él no puede darles ningún empleo del gobierno, no puede darles dinero porque no tiene dinero. No puede darles ninguna clase de honores, ningún status, ninguna posición, ni puede guiarles o decirles qué deben hacer.

¿Cómo lo miran ustedes? ¿Han mirado a alguien libremente, abiertamente, sin ninguna palabra, sin ninguna imagen? ¿Han mirado así la belleza de un árbol, el aleteo de sus hojas? ¿Podemos, entonces, aprender juntos cómo observar? Uno no puede observar visualmente, ópticamente, si su mente se encuentra ocupada tal como la mayoría de nuestras mentes lo está con el articulo que uno ha de escribir al día siguiente, o con lo que ha de cocinar, o con el empleo, o con el sexo; o si está ocupada con el modo de meditar, o con lo que otras personas podrían decir. ¿Cómo puede una mente semejante, estando ocupada de la mañana a la noche, observar cosa alguna? Si estoy ocupado en llegar a ser un maestro carpintero, entonces tengo que conocer la naturaleza de diversas maderas, tengo que conocer las herramientas y el modo de usarlas, debo estudiar la manera de hacer empalmes sin el empleo de clavos, y así sucesivamente. Por lo tanto, mi mente se encuentra ocupada. O, si soy una persona neurótica, mi mente está ocupada con el sexo, o con el llegar a obtener éxito en la política, o con alguna otra actividad. ¿Cómo puedo, entonces, observar estando ocupado? ¿Es posible no tener una mente tan ocupada todo el tiempo? Estoy ocupado cuando tengo que hablar, cuando tengo que escribir una cosa u otra, pero durante el resto del tiempo, ¿por qué mi mente tiene que hallarse ocupada?

Las computadoras pueden ser programadas, tal como estamos programados los seres humanos. Ellas pueden, por ejemplo, aprender, pensar más rápida y más exactamente que el hombre. Pueden jugar con un gran maestro de ajedrez. Después de ser vencido cuatro veces, el maestro derrota cuatro veces a la computadora, y a la quinta o sexta vez, la computadora triunfa sobre el maestro. La computadora puede hacer cosas extraordinarias. Ha sido programada, ¿entienden? Puede inventar, crear nuevas máquinas que serán capaces de realizar una programación mejor que la computadora anterior, o pueden crear una máquina que, por último, será ‘inteligente’. ¿Qué va a suceder con el hombre cuando la computadora se haga cargo de toda la cosa? La Enciclopedia Británica puede registrarse en una pequeña ficha que contiene todo ese conocimiento. ¿Qué lugar tendrá entonces el conocimiento en la vida humana?

Nuestros cerebros se hallan ocupados, jamás están quietos. Para aprender cómo observar a nuestra esposa, a nuestro prójimo, a nuestro gobierno, cómo observar la brutalidad de la pobreza, los horrores de las guerras, tiene que haber libertad para observar. Sin embargo, nos oponemos a ser libres porque ello nos atemoriza, tenemos miedo de quedarnos solos.

Ustedes han oído a quien les habla; ¿qué han escuchado, qué han recogido palabras, ideas que finalmente no tienen significado alguno? ¿Han visto por sí mismos la importancia de no ser lastimados jamás? Eso implica no tener jamás imagen alguna de uno mismo. ¿Han visto la importancia, la urgencia de comprender la relación y de tener una mente que no esté ocupada? Cuando no se encuentra ocupada, es extraordinariamente libre, percibe una gran belleza. Pero la mente vulgar y mezquina, la insignificante mente de segunda mano, está siempre ocupada con el conocimiento, ocupada en llegar a ser una cosa u otra, en formular preguntas, en discutir, argüir; jamás está quieta, jamás es una mente desocupada y libre. Cuando existe una mente así, desocupada, desde esa libertad adviene la suprema inteligencia jamás lo hace desde el pensamiento.

31 de octubre de 1981

Jiddu Krishnamurti, La llama de la atención

 

 

 



 

 

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